En 1767, un suceso histórico de gran trascendencia ocurrió en México: la expulsión de los jesuitas. Esta decisión, tomada por el rey Carlos III de España, fue un episodio que marcó un antes y un después en la historia de la colonia española y en el desarrollo de la Iglesia en México.
Desde su llegada a México en el siglo XVI, los jesuitas se habían convertido en una orden religiosa influyente y poderosa. Se habían establecido en diversas ciudades del país y habían fundado numerosas instituciones educativas, así como misiones en territorios indígenas. Su labor en la evangelización de los nativos y su contribución al desarrollo educativo del país eran ampliamente reconocidos.
Sin embargo, a finales del siglo XVIII, la Orden de los Jesuitas comenzó a ser objeto de sospechas y críticas. A nivel global, la Supresión de los Jesuitas estaba teniendo lugar en diversos países de Europa, como resultado de las tensiones y conflictos entre la Iglesia y los Estados. Estas tensiones también se manifestaron en México, donde los jesuitas eran acusados de amasar grandes fortunas y de tener una influencia desmedida en la vida política y económica del país.
El detonante de la expulsión de los jesuitas en México fue la llamada "Conspiración de la Profesa". En el convento de la Profesa, ubicado en la Ciudad de México, se descubrió una supuesta conspiración en la que los jesuitas estaban implicados. Se decía que planeaban un golpe de Estado para instaurar un gobierno teocrático y establecer la independencia de México de España. Aunque estas acusaciones nunca fueron probadas, el rey Carlos III decidió tomar medidas drásticas y expulsar a los jesuitas del país.
El 25 de junio de 1767, los jesuitas fueron sacados de sus residencias y embarcados en barcos con destino a Europa. Más de 600 religiosos fueron afectados por esta medida, dejando vacantes numerosas plazas en las instituciones educativas que habían fundado y cuyo funcionamiento se vio gravemente afectado.
La expulsión de los jesuitas tuvo un impacto significativo en diversos aspectos de la sociedad mexicana. Por un lado, se dejó un vacío en el campo de la educación, ya que las instituciones jesuitas eran reconocidas por ofrecer una educación de calidad y por formar a líderes en diversas áreas del conocimiento. Además, la expulsión de los jesuitas también generó un cambio en las dinámicas políticas y económicas del país, al remover a una influencia poderosa y permitir que otros sectores de la sociedad tomaran su lugar.
Por otro lado, la expulsión de los jesuitas también despertó un sentimiento de rechazo y resentimiento hacia la Corona española. La población mexicana en general había desarrollado un vínculo estrecho con los jesuitas y reconocía su labor y contribución al país. La expulsión de los religiosos fue vista como una agresión y una intromisión en asuntos internos de la iglesia mexicana, generando un sentimiento de unidad y resistencia entre el clero y la población.
En conclusión, la expulsión de los jesuitas de México en 1767 fue un acontecimiento de gran relevancia en la historia del país. Marcó el fin de una etapa en la influencia de la orden religiosa en la sociedad mexicana y tuvo un impacto significativo en diversos aspectos de la vida del país. Aunque las razones detrás de esta medida todavía son motivo de debate, lo cierto es que la expulsión de los jesuitas dejó una huella imborrable en la historia de México.