La astronomía teotihuacana es considerada como uno de los aspectos más fascinantes de esta antigua cultura mesoamericana. Los teotihuacanos, que habitaron la región central de México entre los siglos I y VII d.C., eran conocidos por su avanzado conocimiento en diferentes áreas, incluyendo la astronomía y la astrología. A través de la observación del cielo y el estudio de los astros, los teotihuacanos desarrollaron un complejo sistema de creencias y rituales que les permitía comprender e interpretar el mundo que los rodeaba.
Una de las principales características de la astronomía teotihuacana es su estrecha relación con la arquitectura y el urbanismo de la ciudad. Los teotihuacanos construyeron una serie de enormes pirámides y templos en alineación con diferentes puntos astronómicos importantes, como el solsticio y el equinoccio. Estas estructuras se convirtieron en puntos de referencia para las ceremonias religiosas y en marcadores de los ciclos cósmicos, permitiendo a los teotihuacanos mantener un control sobre el tiempo y los eventos astronómicos.
Uno de los principales elementos astronómicos que los teotihuacanos estudiaron y veneraron fue el sol. La cultura teotihuacana consideraba al sol como un dios supremo y lo relacionaba con la fertilidad, el poder y la creación. Los teotihuacanos construyeron la Pirámide del Sol, una imponente estructura de 65 metros de altura, en alineación con el solsticio de invierno. En esta fecha, el sol se encuentra en su punto más bajo en el horizonte y marca el inicio del ciclo de fertilidad agrícola. La Pirámide del Sol se convirtió en un lugar sagrado donde los teotihuacanos realizaban rituales y celebraban los cambios estacionales.
Otro elemento celestial que tenía gran importancia en la astronomía teotihuacana era la luna. Los teotihuacanos construyeron la Pirámide de la Luna en alineación con las fases lunares y los ciclos agrícolas. La luna también era considerada como una deidad femenina y se creía que influenciaba los ciclos de fertilidad de la tierra y de las mujeres. Los teotihuacanos realizaban rituales y sacrificios en honor a la luna en la Plaza de la Luna, un amplio espacio público ubicado frente a la pirámide. A través de la observación de la luna, los teotihuacanos calculaban y regían sus calendarios agrícolas y ceremoniales.
Además del sol y la luna, los teotihuacanos también estudiaron y veneraron otros astros como Venus y las Pléyades. Venus, el planeta más brillante en el cielo nocturno, era asociado con la fertilidad y la guerra. Los teotihuacanos construyeron la Ciudadela, una vasta plaza ceremonial, en alineación con las apariciones de Venus en el horizonte. Este lugar también estaba relacionado con Quetzalcóatl, una de las deidades principales de la cultura teotihuacana y considerado como el creador del universo. Las Pléyades, un cúmulo estelar conocido como las “Siete Hermanas”, eran veneradas como un símbolo de la fertilidad y el renacimiento. Los teotihuacanos asociaban las apariciones de las Pléyades en el horizonte con el inicio de los ciclos agrícolas y celebraban su llegada con rituales y festividades.
En resumen, la astronomía teotihuacana fue un elemento fundamental de la cultura y la religión de esta antigua civilización mesoamericana. A través de la observación del cielo y el estudio de los astros, los teotihuacanos lograron comprender y controlar su entorno, estableciendo una conexión entre el cosmos y la vida en la tierra. La construcción de monumentos y estructuras en alineación con diferentes puntos astronómicos demostraba la importancia que los teotihuacanos le daban a los ciclos celestiales y a la relación entre el ser humano y el universo. La astronomía teotihuacana es un legado fascinante que nos permite explorar la visión de mundo y la sabiduría ancestral de esta antigua cultura mexicana.