Los primeros masones en México: Pioneros y líderes

Los primeros masones en México desempeñaron un rol crucial en la formación de la nación, moldeando no solo su estructura política, sino también su acervo cultural y social. La masonería, con sus principios de libertad, igualdad y fraternidad, encontró terreno fértil en el México de los siglos XVIII y XIX, un país en plena ebullición, buscando su identidad tras la independencia de España.

La masonería llegó a México tanto a través de soldados, comerciantes, y académicos españoles, así como por influencia de los Estados Unidos y otros países europeos. Aunque los registros específicos sobre los primeros masones en México son difusos debido a la naturaleza discreta de la fraternidad, se sabe que la primera logia en territorio mexicano, la "Arquitectura Moral", fue fundada en 1806 en Veracruz. La ciudad, un importante puerto de enlace con el Viejo Mundo, fue un punto clave para la introducción de ideas liberales y movimientos revolucionarios.

Muchos de los primeros masones mexicanos eran criollos, quienes, inspirados por las gestas de independencia de América Latina, empezaron a gestar sus propios movimientos contra el yugo colonial. La masonería proporcionaba un espacio seguro y discreto para conspirar, planificar y discutir sobre la independencia y el futuro del país, lejos de la mirada vigilante de las autoridades virreinales y la Inquisición.

Una figura trascendental en este contexto fue José María Morelos y Pavón, un sacerdote y líder insurgente que, según investigaciones históricas, estaba vinculado a la masonería. Morelos adoptó muchos de los ideales masónicos en su Plan de Chilpancingo y los Sentimientos de la Nación, documentos que abogaban por la igualdad de todos los ciudadanos y la abolición de la esclavitud, principios consecuentes con la filosofía masónica.

Tras la consumación de la independencia en 1821, México enfrentó una etapa de formación y consolidación de su identidad nacional. La masonería jugó un rol fundamental en este proceso, ya que muchos de los líderes iniciales del México independiente eran masones. Vicente Guerrero, Miguel Ramos Arizpe, y Lorenzo de Zavala son solo algunos de los nombres que figuran entre los pioneros influyentes.

Las diferencias ideológicas dentro de la masonería condujeron a la creación de dos grandes tendencias: el Rito Escocés y el Rito Yorkino. Los escoceses tendían a ser más conservadores y monárquicos, mientras que los yorkinos eran más liberales y republicanos. Este dualismo refleja la polarización política de la época, entre centralistas y federalistas, conservadores y liberales, un eco de las divisiones que caracterizarían la política mexicana durante el siglo XIX.

Uno de los episodios más emblemáticos fue la pugna entre el emperador Agustín de Iturbide, un masón del Rito Escocés, y los liberales yorkinos. Iturbide, aunque había sido un héroe de la independencia, se declaró emperador, lo que llevó a su caída y al establecimiento de la primera república federal. Los yorkinos, con figuras como Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero, lograron imponer un gobierno más democrático y popular.

Durante la Guerra de Reforma (1857-1861), la influencia masónica fue evidente en ambos bandos. Benito Juárez, un prominente masón yorkino, lideró la facción liberal que luchaba por la separación de la Iglesia y el Estado, la implementación de una constitución laica y la modernización del país. Por el otro lado, los conservadores, muchos de ellos también masones, resistían estas reformas que percibían como una amenaza a las estructuras tradicionales.

El triunfo de las fuerzas liberales consolidó a la masonería como un elemento central en la política mexicana. La Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma, que expropiaron bienes de la iglesia y establecieron el registro civil, reflejaron los principios de igualdad y laicidad que la fraternidad defendía. Juárez, en su lucha contra la intervención francesa y el Segundo Imperio Mexicano de Maximiliano de Habsburgo, encontró apoyo entre los masones, reforzando la idea de una nación soberana y moderna.

La Revolución Mexicana a inicios del siglo XX también tuvo una significativa influencia masónica. Francisco I. Madero, un espiritualista y masón, fue una figura crucial en el derrocamiento de la dictadura de Porfirio Díaz. Madero aspiraba a una nación democrática y justa, aunque su asesinato prematuro truncó muchas de sus aspiraciones.

A lo largo del siglo XX, la masonería mexicana continuó siendo una fuerza sociopolítica relevante, adaptándose a los cambios y desafíos de diferentes épocas. Sin embargo, siempre mantuvo su compromiso con la educación, la filantropía y la promoción de valores humanitarios. Hoy, aunque más discreta y quizás menos influyente en la política directa, la masonería en México sigue siendo un testimonio de la conexión entre la historia del país y una red global comprometida con la mejora del ser humano.

Los primeros masones en México no solo fueron pioneros en la difusión de una filosofía humanista sino también líderes pragmáticos en un tiempo de grandes cambios. Su legado, impreso en las instituciones, las leyes y la cultura del país, perdura como un recordatorio del poder de las ideas y la acción colectiva en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

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